jueves, 17 de marzo de 2011

Les comparto un resúmen del ensayo sociopolítico de México bárbaro de John K. Turner. Profr. Jorge Aguirre EPO 42

México Bárbaro
Ensayo sociopolítico
Editorial época, s.a. de c.v.
México, 1998
1.1 Introducción
En este ensayo político, Jhon Kenneth Turner logra poner el dedo en la llaga. Con un profundo sentido analítico y desde un punto de vista objetivo y claro porque no está sujeto a ninguna influencia, nos muestra una realidad que en su momento vino a sacudir a un pueblo que parecía estar sumergido en un profundo letargo.
Es la época de Porfirio Díaz; un momento en que la historia del pueblo mexicano llegó a una esquina del tiempo, y se empezó a cuestionar un sistema de gobierno que mantuvo a todo un pueblo sometido a una dictadura de 30 años.
A lo largo de este ensayo se hacen dos profecías:
"…México está a punto de iniciar una revolución a favor de la democracia…" y
"…los Estados Unidos intervendrán con fuerzas armadas, si es necesario, para sostener a Díaz o a un sucesor dispuesto a continuar su asociación especial con el capital norteamericano".
Ambas profecías se cumplieron.
1.2 Síntesis
Capítulo I.- Los esclavos de Yucatán.
La historia comienza, cuando el periodista John Kenneth Turner se encuentra con cuatro reclusos mexicanos exiliados en la prisión de Los Ángeles por conspirar contra el gobierno de Díaz. Ellos le platican sobre la situación en México, donde aún se podían ver esclavos. Él quiere verlo con sus propios ojos, así que emprende un viaje.
Narra las primeras experiencias que tuvo en México, específicamente en la península de Yucatán. Llegó ahí pretendiendo ser un inversionista adinerado para adentrarse en negocio henequenero, tras oír estos increíbles rumores de que aún existía esclavitud en América.
La manera en que los "magnates del henequén", (planta cultivada durante siglos en la región), hacían trabajar en las grandes haciendas a indios mayas y yaquis mandados desde el norte del país por el mismo el gobierno, desterrándolos y arrebatándolos de sus familias. Eran forzados a trabajar jornadas excesivas e inclusive podían ser comprados y vendidos. Era el trabajo de estos esclavos los que hacían de Mérida, Yucatán una de las ciudades más bellas y ricas del país, pero a un costo inhumano.
Los hacendados exhibían su complicidad con el gobierno, mas nunca se atrevieron a llamarle esclavitud. Estaban conscientes de que la esclavitud está prohibida en la constitución mexicana pero parecían creer que al nombrar a su sistema " servicio forzoso por deuda".
En este capítulo relata varias escenas de la vida común de los esclavistas yucatecos y las torturas que, casi con gusto, infringían en sus trabajadores; al mismo tiempo que compara este tipo de esclavitud disfrazada con la que en algún tiempo hubo en su país. Lamentablemente los antiguos esclavos salían ganando.
Capítulo II. El exterminio de los yaquis.
Los yaquis eran "indios" mandados del norte, conocidos por ser los más fuertes, resistentes y confiables. A los norteamericanos del norte, dueños de los ferrocarriles, les molestaba que fueran exiliados para llevárselos a trabajar a Yucatán, pues los consideraban excelentes trabajadores. Ellos no los llamaban indios en el concepto norteamericano, pues éstos no son empleados.
Explica la situación de estos yaquis, a partir de un decreto del propio presidente para mandarlos a Yucatán. Este decreto se valía del supuesto de que los yaquis eran conflictivos, a tal grado que para poderlos exterminar se ordenaba que a cualquier yaqui se le debería atrapar y mandarlo a Yucatán al sur del país para que sirvieran como esclavos en las haciendas henequeneras, donde morían a los seis meses por los malos tratos y el clima diferente.
Este decreto también decía que las tierras de los yaquis debían ser confiscadas; aunque era de esperar que fueran los presidentes municipales, gobernadores de los estados y amigos de Díaz, quienes se quedaran con las tierras.
Capítulo III. En la ruta del exilio.
Acompaña en su largo viaje por tren a los indios yaquis desterrados a Yucatán para observar el "último capítulo de la vida de la nación yaqui". Ahí es testigo de la forma en que familias enteras son desmembradas cruelmente, así como las confusiones que se daban al reclutar yaquis. Se llevaban a cualquier persona, aunque sólo estuviera pasando por ahí, no se hacían distinciones de otros grupos étnicos.
Muchos de ellos ya eran trabajadores de familias a las que llevaban décadas ayudando en el campo, y a pesar de las suplicas que los patrones hacían por poder mantener aunque fuera a uno de ellos, hasta seguirlos era inútil. Las personas morían en el camino de semanas y eran enterrados entre ellos mismos, muchos niños quedaban huérfanos durante la travesía.
Después de ser vendidos y comprados como muebles, pasaban a manos de sus amos, mal alimentados y enfermos muchos de ellos. Lo primero que vio al llegar fue como un yaqui era apaleado en una hacienda por la sola falta de no cumplir con la cantidad de trabajo del día.
Al llegar a su destino los hacendados casaban a las mujeres con extraños para crear nuevas familias que produjeran más mano de obra, familias nuevas que podían ser vendidas después en mil pesos por persona. Las mujeres yaquis no podían evitar llorar ante la idea de regresar con sus familias al lugar de donde fueron arrancadas.
Capítulo IV. Los esclavos contratados de Valle Nacional.
Uno de los lugares más temidos del México de principios del siglo XX era la región tabacalera de Valle Nacional en el estado sureño de Oaxaca. Los esclavos que trabajaban en las haciendas tabacaleras eran gente era traída desde todos los puntos de la república ya fuera por medio de contratos falsos, por arresto policiaco o bien por secuestro descarado.
Se enteró de otra forma de capturar esclavos, o peones. Para Valle Nacional había varios enganchadores que trabajaban para los dueños de estas haciendas, ellos estaban encargados de convencer a gente pobre de otras partes de la república, prometiéndoles una gran paga y buena alimentación
Al principio muchos de ellos llegan pensando que son trabajadores libres, pero en cuanto se les ocurre pedir que los dejen salir es cuando se dan cuenta de que son en realidad prisioneros. Los convencen de que tienen una deuda pendiente que solamente pueden pagar con trabajo.
Las condiciones de trabajo, iguales para hombres, mujeres y niños, hacían que cualquier trabajador sólo aguantara de tres a cinco meses. Después de eso, cuando el agotamiento, el hambre y las palizas minaban su salud, los patrones se deshacían de ellos arrojándolos a los pantanos, donde eran devorados por los cocodrilos sin importar que estuvieran muertos o agonizantes.
Capítulo V. En el valle de la muerte.
Una vez más bajo el disfraz de un probable inversionista o comprador, Kenneth visita la región del Valle Nacional, en Oaxaca, haciéndose amigo de jefes y policías que jamás sospecharan que sus supuestos millones de dólares eran pura farsa.
Logró observar la vida de los esclavos en las haciendas tabacaleras, y confirmó los rumores de algo que al principio no hubiera podido creer. Valle Nacional era mucho peor que Yucatán. Llevar a alguien a la cárcel era la vía más fácil de hacer que terminaran trabajando en el esa zona de tabacaleras también conocida como " tierra caliente".
El jefe político de Pachuca, por ejemplo, tenía un convenio donde recibía dinero por cada trabajador que les mandara. Los conseguía aprehendiéndolos en las calles, ya sea por delitos reales o imaginarios, hasta que forman un acuadrilla y se les envía hasta ahí. No importaba tampoco la edad, pues se podían conseguir incluso niños para la jornada.
De ahí caían en manos de los dueños de las haciendas. En esos lugares se les dejaba morir a la intemperie y el que intentara escapar se veía con una serie de trabas que hacia mejor ni siquiera intentarlo. Se les aplicaban castigos en forma de tortura, colgándolos de los dedos, dejaban que una gotera golpeara las palmas de las manos y la cabeza hasta que esta los volvía locos.
Capítulo VI. Los peones del campo y los pobres de la ciudad.
En algunas partes se admite que hay esclavitud en México, pero nunca se hace responsable de ello el gobierno a pesar de que resulta difícil de creer que no pueda estar enterado del asunto tan bochornoso en que la tercera parte de la población está involucrada.
Si bien las condiciones de los trabajadores del campo durante el Porfiriato no eran para nada justas, la vida en las ciudades mexicanas de principios del siglo pasado no era mucho mejor. No había ciudad que en ese entonces pudiera considerarse civilizada. Era increíble ver como muchos vivían con las condiciones insalubres de los barrios pobres.
Conoció los mesones, albergues baratos para gente de clase trabajadora donde pudo observar que por tres centavos se podía rentar un pedazo de suelo en una habitación para pasar la noche. En dicha habitación se podía llegar a alojar hasta doscientos huéspedes sin distinción de sexo, situación que originaba que varias de las muchachas que entraran fueran acosadas por los hombres.
México tiene todos los recursos para ser una nación tan prospera como cualquier otra y no hay ninguna razón para que sufra de tantas carencias y pobreza extrema.
Capítulo VII. El sistema de Díaz
Tal vez no deba de culparse a Porfirio Díaz de que antes un peón pudiera tener su pequeña parcela y ahora no tenga nada, o de que la esclavitud se haya restablecido en México. Principalmente se debe culpar de la degradación mexicana al sistema de Díaz, ya que aunque él sea pieza angular de éste, existen otras personas que lo sostienen y sin las cuales todo se vendría abajo.
Díaz encabezo tres rebeliones contra un gobierno pacifico que además había sido elegido popularmente, y en tres ocasiones se presentó como candidato a la presidencia. Desde entonces se demostró que el pueblo no lo quería como su mandatario. Después entro a la capital de la república con su ejército y se proclamó a sí mismo presidente.
Ya que no se puede gobernar un país contra su voluntad, Díaz lo privó de sus libertades. El régimen de Díaz se puede entender como uno donde el pueblo mexicano está controlado a la fuerza. Arreglando elecciones, interviniendo en la prensa, con la fuerza militar a su servicio y los fondos mal distribuidos, fue capaz de crear una farsa de su gobierno.
Durante este tiempo prácticamente arrebató las tierras mexicanas a su pueblo que se veía desprotegido y se las entregó a extranjeros a cambio de dinero que no se vería utilizado en el bienestar del pueblo.
Capítulo VII. Elementos represivos del régimen de Díaz.
Para el gobierno de Díaz era de suma importancia contar con un elevado número de soldados, policías y rurales que se encargaran de poner orden entre la aterrorizada población.
Se secuestraba gente para enviarla a trabajar a las haciendas y eliminaban a quienes se atrevían a criticar ese sistema inhumano de vida. Los poderes gubernamentales, a parte del ejecutivo, no eran más que el puro nombre y sombra de ellos. Ya no existía ningún puesto de elección popular, así era como hasta el mismo presidente se reelegía en varias ocasiones por una unanimidad que sólo podía darse ya que se encargaba de eliminar a todo adversario.
Aquella perfecta dictadura no se había llevado a cabo sin lucha, muchos asesinatos tuvieron que presentarse y se seguían dando. Un sistema tan inhumano de opresión dictatorial no podía existir sin los elementos necesarios de intimidación a la población. El ejército era cinco veces más grande que antes, a pesar de que eran tiempos de paz. Se reforzaba internamente y no en la frontera, obviamente preparado para una revolución interna (más cercana que el pretexto de la invasión extranjera).
Existían varias maneras de reprimir al pueblo mexicano, aunque siempre con violencia. La cuerda nacional, era el ejército; los rurales, eran la policía montada y la acordada, era una organización secreta de asesinos. Las principales prisiones del país en esa época, todas al doble de su capacidad, estaban en condiciones tan insalubres que tan sólo a los tres días de ingresar se contagiaban de varias enfermedades.
Capítulo IX. La destrucción de los partidos de oposición.
Muchos patriotas mexicanos murieron por tratar de sacar a su pueblo de la esclavitud. Durante el gobierno de Díaz los mexicanos seguían muriendo, pero ahora por causa del régimen inhumano al que eran sometidos.
A través del ejército, los rurales, la policía secreta, y la acordada, intimidaban a la población eliminando a todo aquel que se atreviera a criticar o quejarse de su régimen o simplemente se dedicaban a secuestrarlos para llevarlos a trabajar en las haciendas y explotarlos como a los otros esclavos. La población vivía en constante temor.
También eran aprehendidas y eliminadas aquellas personas que secretamente hacían reuniones con la gente que no estaba de acuerdo con el régimen porfirista, e intentaban formar algún tipo de agrupación o crear partidos políticos para tratar de derrocar a Porfirio Díaz
México no gozaba en realidad de libertad política, todo eran promesas. Hubo importantes movimientos de oposición terminados de manera fatídica como en la matanza de Veracruz, y las misteriosas muertes de sus opositores electorales. "Mátalos en caliente" era su dictado.
Capítulo X. La octava elección de Díaz por "unanimidad".
La campaña presidencial del Presidente Díaz, con su octava "elección por unanimidad" fue seguida por los periódicos del país. A pesar de que estos estaban controlados por el mismo presidente y mucha de la información era manejada a su favor, narraban varios incidentes injustos que seguramente fueron peores de lo que decían, o podían decir.
Durante la campaña el presidente anuncio en una entrevista que por ningún motivo consentiría en aceptar un nuevo periodo y que cualquier partido de oposición que se presentara seria tomado como un bien. Para él, nuestro país por fin estaba listo para una elección y cambio de gobierno.
No hubo llamado a las armas o revolución en ninguna forma. El partido Demócrata de oposición fue creado en una atmósfera de respeto. Pero en cuanto comenzó a tener popularidad, el Gral. Díaz actuó para destruirlo. Procedió contra los militares y expulsó de sus escuelas a estudiantes, cualquiera que apoyara a Reyes o se expresara contra Díaz era acallado. Pronto los jefes del movimiento democrático sufrieron persecuciones y encarcelamientos por crímenes dudosos.
El día de las elecciones había soldados vigilando las casillas, manteniendo una amenaza contra quien se atreviera a votar contra Díaz y Corral. El conteo fue una mera formalidad para anunciar que México había elegido a Díaz "casi por unanimidad".
Capítulo XI. Cuatro huelgas mexicanas.
Aunque hubo muchos acontecimientos que mancharon de sangre las manos de Porfirio Díaz, las huelgas de Cananea, en Sonora, y Río Blanco, en Veracruz, fueron los hechos más horribles de represión y de injusticia que se conozcan no solamente en México, sino en el mundo entero.
La fábrica de textiles de Río Blanco no contaba con reglamentos contra el trabajo de menores, indemnización ni salario justo. Trabajaban en condiciones casi suicidas expuestos a químicos que deterioraban su salud. Literalmente no tenían derechos. Incluso así, la fábrica recibía pleno apoyo por parte del gobierno.
Aparte de estas carencias, los empleados tenían que pagas dos pesos a la semana por albergue y recibían como salario cupones que solamente podían ser canjeados en tiendas que les cobraban casi el doble por artículo. De esa manera la empresa recuperaba su dinero, y mantenía a los inconformes obreros.
Bajo estas condiciones era de pensarse que los trabajadores con justas razón terminarían por rebelarse. Después del transcurso cuatro huelgas que se dieron por los mismos motivos de tratos indignos, el estado ordenó la masacre inmisericorde del pueblo trabajador solamente por haberse atrevido a reclamar sus derechos.
Capítulo XII. Críticas y comprobaciones.
Después de la publicación de los primeros cinco capítulos de este libro en The American Magazine, Kenneth recibió una gran repuesta en cartas abiertas en otros periódicos o dirigidas personalmente.
No todas están cartas lo apoyaban. Le fueron entregados documentos de personas que comprobaban sus investigaciones y aumentaban lo que quería dar a conocer. El resto de las cartas lo acusaban de difamador y exagerado, la mayoría venía de parte de estadounidenses que utilizaban el sistema mexicano para su beneficio y se sentían demasiado cómodos con éste como para dejar que fuera desacreditado.
Trataban de describir a México suavizándolo de los horrores del sistema esclavista. De cualquier manera, muchos de ellos caían en contradicciones o terminaban por admitir parte de las afirmaciones.
Capítulo XIII. El contubernio de Díaz con la prensa norteamericana.
La influencia que el Presidente Díaz tenía sobre la prensa de estados unidos estaba basada en intereses mutuos. La situación en revistas al igual que libros es que muy pocos se atreven a criticar el gobierno de Díaz, mientras la gran mayoría lo alaban de manera exagerada.
Pocas defensas hacia el libro de México Bárbaro se han hecho públicas en las revistas norteamericanas, pero se han apresurado las publicaciones muchos otros libros llenos de halagos hacia Díaz, e incluso se han suprimido impresiones de aquellos pocos tirajes que lo critican.
Tal es el caso de El Egipto Americano, que a los seis meses de llegas a Estados Unidos era imposible conseguir una copia, aunque solamente mencionaba en alguna parte el esclavismo en Yucatán. Mientras muchas de las revistas pertenecen al Ferrocarril Sud pacífico y otras a los intereses de Wall Street, todas se unifican en alabanza a Díaz. Y es que tanto la Southern Pacific Railroad Co. como Wall Street se interesan en la explotación de México a su favor.
Capítulo XIV. Los socios norteamericanos de Díaz.
Se podría denominar a los Estados Unidos como socios por conveniencia en la esclavitud mexicana. Después de medio siglo de haber liberado a sus esclavos negros, se vuelve un esclavista en país extranjero. Todo esto tiene un provecho para Estados Unidos. Al estar a favor del régimen en México, se vuelven un factor importante para que éste continúe. De esa manera se dan asociaciones en negocios y alianzas que terminan por convertir a México en una "colonia esclava de Estados Unidos"
La asociación del capital norteamericano con el Presidente Díaz, no sólo pone a los trabajadores esclavos a disposición de los capitalistas, sino que también les permite utilizar el sistema de peonaje y mantener a los asalariados en el nivel más bajo de subsistencia. Es por eso que los Estados Unidos habrían de intervenir en el supuesto de una revolución contra Díaz, ya lo habían hecho aplastando los primeros síntomas de una revolución hasta que ésta asumiera mayor gravedad.
Capítulo XV. La persecución norteamericana de los enemigos de Díaz.
Dada esta unión entre norteamericanos y Porfirio Díaz, existen muchos casos en los que para exterminar a los enemigos de Díaz que se han refugiado en Estados Unidos, los funcionarios públicos hacen aun lado todos los principios respetados por siglos para permitir su captura por mercenarios.
Incluso permitiéndole el uso de sus tropas para que Díaz pudiera vengarse de algunos de sus enemigos, Estados Unidos ayuda a ahogar un movimiento que desde mucho antes pudo haber adquirido la fuerza suficiente para regresarle a México su soberanía y libertad. Díaz mantenía en Estados Unidos a espías y mercenarios bajo el falso título de cónsules, provistos del dinero suficiente para sobornar a funcionarios norteamericanos, suprimir periódicos, encarcelar a sus directores y perseguir a cualquiera.
Capítulo XVI. La personalidad de Porfirio Díaz.
Muchos norteamericanos tienen la idea de que, en persona, Porfirio Díaz es una muy buena persona. Pueden atribuírsele grandes actos; pero si ha detenido el progreso de una nación entera, la historia no debe absolverlo de este delito. Lo que cuentan no son las pequeñas virtudes o defectos, sino el saldo.
Considerando el concepto de criminalidad, y puesto que fue el dictador con más poder en ese tiempo, Porfirio Díaz debería ser llamado el criminal más grande de la época. Aun así es comprensible la concepción casi unánime que los norteamericanos tienen de su personalidad, no han tenido la posibilidad de juzgar por si mismos siendo más fácil seguir lo que otras personas dicen de él.
Porfirio Díaz es en verdad un hombre sorprendente y debe ser un genio en algunos aspectos, sin embargo se le puede atribuir el retraso de México en muchos aspectos, con una paz fingida y a punta de pistola. Puede que sea un ser generoso en cuanto a los amigos más cercanos, pero al hacerlo exhibo un desprecio hacia en bienestar público.
Capítulo XVII. El pueblo mexicano.
Finaliza la obra discutiendo los argumentos que los norteamericanos suelen usar para defender el sistema mexicano. Dicen que el mexicano, por su etnología, no es apto para ser tratado de otra manera, no está listo para la democracia, y la única manera de que sean de algún provecho es esclavizándolos.
Es verdad que la mayoría del pueblo era iletrado; pero eso no significa que fuesen estúpidos. En realidad, los mexicanos tienen más fuertes tendencias artísticas y literarias que los norteamericanos y menor inclinación hacia el comercio y la mecánica. La falta de educación del pueblo mexicano no se debe a una inteligencia menor a la promedio, sino a las condiciones de pobreza que los obligan a trabajar desde pequeños y dejar a la educación como algo secundario.
1.3 Conclusión
México Bárbaro es una obra donde se exponen temas que si bien en su época lograron estremecer a muchos mexicanos al igual que extranjeros, hoy en día todavía puede ser comparado con la realidad del país.
Me parece muy interesante como normalmente reaccionamos enérgicamente ante las críticas extranjeras hechas hacia nuestro país, sobre todo si estas vienen de un norteamericano. Aun así, estas narraciones logran hacernos reflexionar sobre la decadencia de un país que por momentos ni siquiera parece ser el nuestro, aquel que creemos conocer.
Kenneth presenta un México tan bárbaro en su obra, que resulta en principio un viaje difícil de seguir; pero que sin duda cautiva y nos mantiene enganchados ya sea por el morbo y la curiosidad o por el interés que genera.
Tales relatos no se comparan con las reseñas históricas y documentos donde se pueden encontrar los aspectos de injusticia en esta época, aunque suavizados y puestos en comparación con el superávit alcanzado por nuestro país durante el porfiriato. Ninguno tan impresionante como el de Kennet Turner.
A pesar de ser vivencias personales con pasajes conmovedores, logra mantener precisión en los lamentables datos de la realidad mexicana. Es posible que muchas de las escenas hayan sido adornadas quizás con el fin de causar una mayor impresión dramática, aun así expone sus ideas de manera que las podemos adoptar en un proceso casi inconsciente.
Podríamos decir que la temática obra continuará siendo controversial a pesar de los años, ya que temas como la injusticia en el campo laboral, y la corrupción de los sistemas de gobierno, siempre estarán presentes.
Catalina Rocha

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